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MES ROQUEÑO 4º SEMANA - ASÍ SE HIZO IMITAR -

¿CÓMO COMPROMETERNOS COMO LO HIZO SAN ROQUE?
Hemos llegado al final de nuestras reflexiones sobre San Roque, en este homenaje espiritual que le estamos preparando, y qué bueno que lo hagamos en torno a los compromisos que asumiremos como fruto, precisamente, de nuestro amar a nuestro Santo patrono ya que él nos indica una manera de seguir al Señor pues su vida la hizo un vivo ejemplo de seguimiento a Dios y de entrega total al prójimo. 
¿Cómo hacer algo en nuestra Iglesia particular, concretamente como apostolado, sabiendo que hoy más que nunca el Señor necesita que también nosotros respondamos como San Roque para hacerse él presente en nuestra vida de hoy?

ORANDO: Necesitamos gente de oración, personas que mantengan su corazón dirigido al Señor y que sirvan al mismo tiempo, sin vana glorias, de testimonio para las nuevas generaciones. 
Hay urgencia de oración y de adoración que lleve a  las personas a un encuentro muy personal y profundo con el Señor. No basta con participar en las celebraciones comunitarias ni con decir que oramos privadamente, tenemos que buscar hacer visible ese dialogo con nuestro Dios. 

COMPARTIENDO: Una de las características cristianas es el compartir con los demás lo que tenemos como nuestro. Y ese compartir lleva a la solidaridad fraterna pues no solamente se comparten las cosas sino lo que somos haciendo que se haga de la humanidad una familia de Dios y haciendo posible Que su ideal se haga realidad por nuestro compartir sincero y desinteresado. 
Cuando compartimos, sencillamente imitamos al mismo Dios que quiso compartirse con nosotros para que así gozáramos de su divinidad y de su eternidad. El compartir nos abre de nuestros egoísmos  y nos lanza a una comunidad de amor y de justicia donde el centro es el mismo Dios y Señor nuestro. 

TESTIMONIANDO: Tanto la oración como el compartir adquieren visibilidad cuando nos hacemos presentes, cuando damos la cara para que otros se unan a nosotros en esa cruzada por hacer visible el Reinado de Dios en nuestro mundo. 
San Roque hubiera podido muy  bien encerrarse en su castillo a orar y haber ofrecido todos sus bienes a los pobres, pero sin testimonio personal, no hubiera movido tanto como lo hizo al ser él mismo el que asumió el duro trabajo de atender a los enfermos, de curarlos y de arriesgar su propia vida por tal de testimoniar a Aquel que lo llamó a dejarlo todo y vivir de él por siempre. 

Las obras mueven, pero los ejemplos arrastran. No olvidemos que Dios no envió un delegado para que muriera por él; fue él mismo el que lo hizo. 



























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