¡NUESTRO COMPROMISO: ATENDER AL SEÑOR!
Siguiendo nuestro ritmo en la lectura de la Palabra del Señor que nos ofrece la liturgia, hoy nos centramos en un tema que va muy unido a lo que hemos venido tratando: poner cuidado en la atención que le debemos brindar a la presencia del Señor en nuestras vidas.
Para Abrahán, el Señor se le presenta en la figura de tres personajes; a Pablo el Señor se le presenta camino de Damasco, a Marta y a María es el mismo Señor Jesús quien las visita, pero, aún así, una de ellas quiere estar al pie de él escuchándolo y no dejándolo solo, mientras que la otra piensa más en cómo brindarle cosas. La primera le brinda su presencia, la otra sus cosas.
Yo me pregunto: en nuestra vida de cristianos, ¿cuánto tiempo a la semana le dedicamos al Señor para atenderlo, para hablar con él, para dejar que él nos hable, para que nos ordene lo que él quiere que hagamos en nuestra vida cotidiana durante esta semana, etc.? ¿De qué manera estamos atentos para descubrirlo en nuestros oficios varios, en nuestras cosas cotidianas?
Hoy el Señor quiere llegar a nuestra vida y quiere dedicarnos un buen tiempo para llenarnos de sus dones, pero el problema es si nosotros estamos atentos a su paso por nuestra vida y si en verdad, como los personajes de la Sagrada escritura, estamos dispuestos a dar de nuestro tiempo un ratico para “sentarnos a hablar con él”.
Fijémonos que el Señor nos, a que miremos nuestra realidad tal cual. Hagamos el ensayo y veremos que no nos arrepentiremos está buscando y quiere hacerse parte vital de nuestra existencia; no nos hagamos más del rogar y dejemos que llegue, invitémoslo a sentarse con nosotros, a acompañarnos mientras trabajamos.
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